Desolación ante la elección por la ignorancia
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Andrés Sanfuentes
El tema de la colusión empresarial ha desplazado el interés público por otra materia que tiene una importancia fundamental: el desarrollo de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI). Sin embargo, la comunidad académica ha reaccionado con unidad para expresar su preocupación ante la postergación de esta actividad. Los hechos inmediatos son que al "nulo aumento presupuestario a la ciencia para 2016 se suma a la disminución del número de becas y atrasos de concursos", como lo expresa una inserción publicada y respaldada por 320 destacadas personalidades del sector, a lo cual se sumó la renuncia del presidente de Conicyt, como un reflejo del abandono del Gobierno.
La importancia que tiene la CTI en el desarrollo ha sido reconocido por los especialistas desde muchos años y los variados informes sobre la experiencia de Chile señalan: carencia de una estrategia coherente de largo plazo; institucionalidad insatisfactoria; escasez de los recursos asignados; e incapacidad de retención y atracción de los especialistas ya formados. Tal como lo señala la inserción, "El diagnóstico es a esta altura conocido: baja inversión en ciencia, tecnología e innovación, pobres capacidades tecnológicas, bajísimo número de investigadores por habitante, falta de innovación en las empresas, falta de políticas de largo plazo e institucionalidad, y escasa vinculación de la problemática científica con el desarrollo socioeconómico integral de Chile y su cultura. El inevitable resultado de este escenario es el privar al país del anhelado salto a la sociedad del conocimiento, aquella que brindará riqueza social, económica y cultural".
La situación anterior muestra que el diagnóstico es conocido, respaldado por sucesivas comisiones presidenciales en el gobierno de Piñera (abril 2013) y Bachelet (2014), aparte de los informes del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC), creado por Lagos. Además, la actividad ocupó un lugar importante en el Programa de la Presidenta Bachelet. La explicación puede encontrarse en que la agenda está sumamente recargada con asuntos más populares y este tema carece de preocupación ciudadana y sus resultados sólo se verían en el largo plazo.
Sin embargo, hay aspectos en que sería posible actuar sin esperar los cambios institucionales que se requieren, como la mejoría en la gestión de Conicyt, cuya situación depende del Ministerio de Educación, sumido en la confusión que ha caracterizado sus tareas, así como sacar de la irrelevancia al CNIC. Como los recursos del Fisco son escasos, debería iniciarse la discusión sobre la institucionalidad de la actividad, hoy difusa y sin responsables claros que den cuenta de la gestión. Como es muy chileno, algunos piensan que la solución más importante sería la creación de un Ministerio de CyT, mientras otros postulan que es recomendable formar dos subsecretarías, la primera dependiente del Mineduc, a cargo de la CyT, y otra bajo Economía, responsable de los temas de innovación y fomento al emprendimiento, que incremente los lazos con el sector empresarial, una de las principales carencias. Sin embargo, conjuntamente con definir con claridad las obligaciones temáticas debe definirse la indispensable coordinación.
Entre otros aspectos a decidir está la formación de especialistas, ya que la actual política de estudios de postgrado no es clara en asuntos como si la formación debe realizarse prioritariamente en el país o en el extranjero, qué especialidades se debe privilegiar, si la formación debe ser básica o especializada, considerando la velocidad del cambio actual; y formular una estrategia de recuperación de los expertos que se forman tanto en Chile como en el exterior, así como atraer, a los ya capacitados que laboran afuera, constituyendo incentivos a universidades y empresas.
En Chile el grueso de la actividad de CyT está en las universidades, con lo cual la relación ministerial debe ser estrecha con estas entidades, para lo cual deben establecerse fondos concursables de mediano y largo plazo, tanto de carácter nacional como regional que motiven el avance de aquellas instituciones no meramente docentes y de calidad.
El tema es demasiado importante como para que "Nuestro gobierno haya elegido la ignorancia", como dice el inserto. La designación de Bernabé Santelices como responsable de Conicyt es una esperanza.